Conmemoración de los Fieles Difuntos

 



Lectura del libro del Apocalipsis

21, 1-5a. 6b- 7

 

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más.

Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.

Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó».

Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, Yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la Vida. El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será mi hijo».

 

Palabra de Dios.



¡Qué alegría provoca en nuestros corazones esta lectura! Nos ubica en la verdad, aquella que sólo puede ser revelada por la palabra de Dios. Nuestros muertos viven en un sentido verdadero y pleno, viven en Dios. La muerte ya no amenaza nuestro ser con la destrucción total, porque ha sido vencida para siempre en el momento en que Jesucristo pasó por ella y absorbió, por así decirlo, todo su veneno antes de resucitar. Pidamos al Señor la gracia de creer en su palabra de verdad, para que ante la muerte de nuestros seres queridos o cuando llegue el momento de nuestra propia muerte conservemos la Fe.



                                   

 

SALMO RESPONSORIAL                            26, 1. 4. 7. 8b-9a. 13-14

 

R.    El Señor es mi luz y mi salvación.

 

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es el baluarte de mi vida,

¿ante quién temblaré?  R.

 

Una sola cosa he pedido al Señor,

y esto es lo que quiero:

vivir en la Casa del Señor

      todos los días de mi vida,

para gozar de la dulzura del Señor

      y contemplar su Templo.  R.

 

¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,

apiádate de mí y respóndeme!

Yo busco tu rostro, Señor,

no lo apartes de mí.  R.

 

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor

en la tierra de los vivientes.

Espera en el Señor y sé fuerte;

ten valor y espera en el Señor.  R.

 

 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto

15, 20-23

 

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.

En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquéllos que estén unidos a Él en el momento de su Venida.

 

Palabra de Dios.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

24, 1-8

 

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que El les decía cuando aún estaba en Galilea: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día"». Y las mujeres recordaron sus palabras.

 

Palabra del Señor.





Reflexionemos

La conmemoración de todos los fieles difuntos que recordamos hoy, puede ser un buen momento para reflexionar comunitariamente frente al misterio de la muerte, a la concepción que de ella tenemos, para reafirmar nuestra fe y nuestra esperanza en la “resurrección de los muertos”. La resurrección supera la muerte. La esperanza profunda cimentada en el Resucitado da un nuevo sentido a nuestra existencia: no nacimos para morir, sino para vivir, y para vivir-bien-siempre. Este es el sueño del Dios-Amor para cada uno y para todos nosotros. ¿Comparto este sueño de Dios?

Mirando nuestra realidad, ¿Cómo estoy viviendo mi fe en Cristo Resucitado? ¿Soy signo de esperanza?

 

 

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