Lecturas de hoy




Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto

7, 25-31

 

Hermanos:

Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia, como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza. Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para el hombre es quedarse como está. ¿Estás unido a una mujer? No te separes de ella. ¿No tienes mujer? No la busques. Si te casas, no pecas. Y si una joven se casa, tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su carne que yo quisiera evitarles.

Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.

 

Palabra de Dios.


Los pasajes en que se nos recomienda un despego profundo de las cosas temporales y caducas son numerosos, claros, terminantes. El que estamos comentando no deja lugar a dudas. ¿Quiere esto decir que el cristiano no tiene por qué comprometerse en las tareas temporales, que lo único que debe preocuparle es alcanzar la ciudad futura, para lo cual lo mejor es huir de ésta presente? Esto parecería indicar Pablo. Sin embargo, nos encontramos con pasajes y, con actitudes que señalan al cristiano una tarea positiva con respecto al mundo. Difícil tarea la del cristiano, que tiene que ser de este mundo y vivir en él sin dejarse absorber por las realidades puramente mundanas y temporales.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                                    44, 11-12. 14-17

 

R.    ¡Hija mía, escucha y presta atención!

 

Olvida tu pueblo y tu casa paterna,

y el rey se prendará de tu hermosura.

Él es tu señor: inclínate ante él. R.

 

Embellecida con corales engarzados en oro

y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.

Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían. R.

 

Con gozo y alegría entran al palacio real.

Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,

y los pondrás como príncipes por toda la tierra. R.

 

 

 


 

 

  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

6, 20-26

 

Jesús fijando la mirada en sus discípulos, dijo:

¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!

¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!

¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!

¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!

¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!

 

Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!

¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!

¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!

¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!

 

Palabra del Señor.

 


¿Eres una persona “pobre” o “rica”?


Felices los pobres y ¡ay de ustedes, los ricos! ¿No es una contradicción? La clave está en entender que «pobre» es quien nada tiene y está abierto a recibirlo todo, en tanto «rico» es quien, satisfecho, cree no necesitar nada de nadie. Ante ellos, ¿cómo puede actuar Dios? Los pobres tienen la posibilidad de, en su indigencia, tenerlo todo al abrirse a la misericordia de Dios.  En cambio, los así llamados “ricos”, los que así se sienten, ¿qué los va a motivar a abrirse si sienten que nada les falta? Por eso, la pobreza y la riqueza no se viven en las sumas o restas de la cuenta bancaria, sino en el fondo de nuestro corazón. Por el modo en que vives.

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