Lecturas de hoy / sábado de la 4º semana de octubre

 



Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Filipos

1, 15. 18b-26

 

Hermanos:

Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.

De una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre. Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado. Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.

Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo.

Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

 

Palabra de Dios.



Pablo es informado en la cárcel de que muchos cristianos anuncian la Palabra de Dios. Algunos por envidia y desacreditándolo. A él sólo le interesa que Cristo sea predicado. Esto constituye la mayor alegría de su alma. Y ése es el sentido de su vida. Además, está persuadido de que Dios, hará redundar todo en provecho espiritual. Funda esta esperanza no en su propia suficiencia, sino en las oraciones de los filipenses y en la presencia del Espíritu. Cristo será glorificado en él, vivo o muerto. Si continúa viviendo, mediante su predicación; si muere, por el testimonio de su martirio. El alma de Pablo es desinteresada, totalmente altruista y mística. Su vida es Cristo, no sólo por la participación de la vida sobrenatural recibida del Señor, sino porque Cristo es el móvil de su actuación y el anhelo de sus aspiraciones.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                   41, 2-3. 5bcd

 

R.    ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!

 

Como la cierva sedienta

busca las corrientes de agua,

así mi alma suspira

por ti, mi Dios. R.

 

Mi alma tiene sed de Dios,

del Dios viviente:

¿Cuándo iré a contemplar

el rostro de Dios? R.

 

¡Cómo iba en medio de la multitud

y la guiaba hacia la Casa de Dios,

entre cantos de alegría y alabanza,

en el júbilo de la fiesta! R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

14, 1. 7-11

 

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:

«Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y asÍ, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».

 

Palabra del Señor.


"El Que Se Humilla Será Elevado"



En el evangelio de hoy, Jesús ofrece el ejemplo de los puestos en el banquete de bodas, para ayudar a los fariseos a redescubrir aquello que resulta de las ansias de exhibición y figuración; sin embargo, esto no es sólo un mal de aquel tiempo, la vanidad y el deseo de reconocimiento sigue estando muy presente. Por eso, no deja de exhortarnos a la humildad, que hoy a veces llamamos “bajo perfil”. A la luz del evangelio, los primeros puestos los ocupan, de algún modo, quienes hayan superado esta forma de ver las cosas y se hayan puesto al servicio de los demás.
Hoy, nos podemos preguntar: En nuestras relaciones con los demás ¿prevalece el cálculo interesado, la búsqueda de recibir recompensa?

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