Lecturas y reflexión de la cuarta semana de octubre de 2022




 Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Éfeso

4, 32—5. 8

 

Hermanos:

Sean ustedes mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.

Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.

En cuanto al pecado carnal y cualquier clase de impureza o avaricia, ni siquiera se los mencione entre ustedes, como conviene a los santos. Lo mismo digo acerca de las obscenidades, de las malas conversaciones y de las bromas groseras: todo esto está fuera de lugar. Lo que deben hacer es dar gracias a Dios.

Y sépanlo bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el avaro -que es un idólatra- tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios.

No se dejen engañar por falsas razones: todo eso atrae la ira de Dios sobre los que se resisten a obedecerle. ¡No se hagan cómplices de los que obran así!

Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz.

 

Palabra de Dios.


Pablo exhorta a actuar como actúa Dios. Recordemos las palabras de Jesús: «Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso». Los cristianos, convertidos en hijos adoptivos de Dios, han de vivir ese amor del que Jesús dio ejemplo. La auténtica vida nueva en Cristo comporta el abandono de las costumbres y tendencias que no se corresponden con el amor. Enumera una serie de acciones que, por manifestar una relación desordenada con la sexualidad y con los bienes, ignoran el único señorío de Jesucristo y del Padre. El placer y el tener, convertidos en ídolos, las palabras torpes y las conversaciones estúpidas que llevan a la vulgaridad: todo eso no puede ser más que objeto de condena por parte de Dios y motivo de exclusión de su Reino. De ahí la invitación apremiante del apóstol.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                                       1, 1-4. 6

 

R.    ¡Vivamos como hijos de la luz!

 

¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados,

ni se detiene en el camino de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los impíos,

sino que se complace en la ley del Señor

y la medita de día y de noche! R.

 

Él es como un árbol plantado al borde de las aguas,

que produce fruto a su debido tiempo,

y cuyas hojas nunca se marchitan:

todo lo que haga le saldrá bien. R.

 

No sucede así con los malvados:

ellos son como paja que se lleva el viento,

porque el Señor cuida el camino de los justos,

pero el camino de los malvados termina mal. R.

 

 

 


  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

13, 10-17

 

Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al ver la, la llamó y le dijo: «Mujer, estás sanada de tu enfermedad», y le impuso las manos.

Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a la multitud: «Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no el sábado».

El Señor le respondió: «¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus cadenas el día sábado?»

Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que Él hacía.

 

Palabra del Señor.





¿No podía ser liberada de sus cadenas?



Este maravilloso texto, nos muestra a un Dios compasivo que no quiere ver sufrir a sus hijos y por ello, sana a una mujer que lleva una dura carga en su cuerpo, dieciocho años presa de una enfermedad que la mantiene encorvada. Jesús, de cierta forma, le devuelve la vida a aquella mujer y reivindica la ley y el sábado. En una de las reflexiones del Papa Francisco, menciona este relato como propicio para pensar en todas aquellas mujeres que no se pueden enderezar porque el mundo no las deja, por el contrario, las somete a una vida subordinada, una vida en el anonimato sin poder desarrollar su liderazgo. Nos preguntamos: ¿Qué acciones concretas hacemos o podríamos hacer, para sacar a las mujeres que permanecen en el anonimato y así darles la posibilidad de ser líderes y referentes para tantas otras?




Te damos gracias Señor porque Tú has venido a liberar a la humanidad de todo aquello que le impide ser feliz. La felicidad no es obra del hombre sino del amor de Dios recibido y agradecido. Alabado seas, Señor, por tu perdón y por todas tus maravillas. Amén.



Para seguir orando https://www.youtube.com/watch?v=ZtN2eaNP4qk

(Mujeres nuevas /feat. Patricia Abarca) | Cristóbal Fones, SJ 

 

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