Lecturas de hoy / Iº Semana durante el año




 Lectura de la carta a los Hebreos

3, 7-14

 

Hermanos:

Como dice el Espíritu Santo:

"Si hoy escuchan su voz,

no endurezcan su corazón

como en el tiempo de la Rebelión,

el día de la Tentación en el desierto,

cuando sus padres me tentaron poniéndome a prueba,

aunque habían visto mis obras

durante cuarenta años.

Por eso me irrité contra aquella generación, y dije:

Su corazón está siempre extraviado

y no han conocido mis caminos.

Entonces juré en mi indignación:

Jamás entrarán en mi Reposo".

 

Tengan cuidado, hermanos, no sea que alguno de ustedes tenga un corazón tan malo que se aparte del Dios viviente por su incredulidad. Antes bien, anímense mutuamente cada día mientras dure este hoy, a fin de que nadie se endurezca, seducido por el pecado.

Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, con tal que mantengamos firmemente hasta el fin nuestra actitud inicial.

 

Palabra de Dios.



Como el antiguo Israel, como los primeros judeocristianos, nosotros hemos contemplado las maravillas obradas por el Señor. Sin embargo, como todos, también nosotros corremos cada día el riesgo de acostumbrarnos a la gracia, de «endurecer el corazón», prefiriendo escuchar otras voces antes que la de Dios. Él nos invita a examinarnos por dentro, «hoy»: este «hoy» es nuestro presente y, al mismo tiempo, es el tiempo de la conversión concedido a la humanidad, un tiempo del que no podemos abusar. Miremos, pues, a la luz de la Palabra, si nuestro corazón no se encuentra pervertido, desviado, sin fe; alejado del Dios vivo.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                            94, 6-11

 

R.    ¡Ojalá escuchen hoy la voz del Señor!

 

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!

¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!

Porque Él es nuestro Dios,

y nosotros, el pueblo que Él apacienta,

las ovejas conducidas por su mano. R.

 

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:

«No endurezcan su corazón como en Meribá,

como en el día de Masá, en el desierto,

cuando sus padres me tentaron y provocaron,

aunque habían visto mis obras». R.

 

«Cuarenta años me disgustó esa generación,

hasta que dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no conoce mis caminos.

Por eso juré en mi indignación:

jamás entrarán en mi Reposo». R.

 

 

 


   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Marcos

1, 40-45

 

Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.

Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas partes.

 

Palabra del Señor.




«Si quieres, puedes purificarme»


Un hombre desahuciado, herido por la lepra, era socialmente marginado y civilmente muerto. Su vida, una situación desesperada, un callejón sin salida: ni curación ni vida social. Se comprende así su actitud provocativa ante Jesús, poniéndose  de rodillas ante Él: “Si quieres, puedes limpiarme”. Y se comprende también la respuesta de Jesús: “Quiero”, y vete al sacerdote para que certifique la curación y ser reintegrado a la sociedad.

Cuando Jesús ordena al leproso presentarse al sacerdote le está indicando que debe caminar por la nueva vida mirando al futuro, y no olvidar las perspectivas del pasado. Y llama su atención pidiéndole silencio: “No se lo digas a nadie”. No quiere Jesús crear dos personajes famosos, sería una desviación de lo que nos conviene a cada uno de los que nos decimos salvados por Él.

Nosotros también corremos a veces cierto peligro de andar reclamando la atención del público, cuando la raíz de nuestra salvación y de la de los demás es continuar en la escucha de lo que Jesús nos vaya diciendo día a día.

CarlosFr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)

 

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