Los cinco minutos del Espíritu Santo
Nuestra peor debilidad es no poder aceptar nuestra
pequeñez, olvidar que somos sólo una pequeña parte del universo sin límites,
uno más en esta humanidad inmensa. El corazón se rebela, porque su debilidad lo
lleva a pretender ser el centro del todo.
Es importante que nos demos cuenta que se trata de una pretensión absurda. No
somos ni seremos el centro de la realidad. Nosotros moriremos y el mundo
seguirá funcionando y avanzando. Pero nuestra gran debilidad nos lleva a
engañarnos y a sentir que realmente el mundo gira a nuestro alrededor. Por eso
no entendemos que los demás no estén pendientes de nosotros, que no nos
escuchen, que no nos tengan en cuenta, que nos ignoren o nos olviden. En
realidad, eso es lo más natural. Los demás no tienen por qué girar a nuestro
alrededor.
Pidamos al Espíritu Santo que destruya ese terrible engaño, que nos ayude a
abrir los ojos para descubrir la amplitud del universo, para ampliar nuestros
horizontes, para romper esa cárcel enfermiza del propio yo, para reconocer que
nosotros giramos alrededor de Dios, porque él es el verdadero centro. Entonces
nos liberaremos de muchos sufrimientos inútiles.
📚 Autor: Mons.
Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.
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