Evangelio cotidiano / Semana 25ª del tiempo Ordinario

 



Evangelio según san Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: “A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?”. Y tenía ganas de verlo.

Palabra del Señor.


“¿Quién es este del que oigo decir semejantes cosas?”

Herodes está oyendo lo que se dice de Jesús y tiene dudas sobre quién puede ser el personaje. No le preocupa otra cosa; no parece interesado por el mensaje, sino por la persona física de Jesús. ¿Quién es este Jesús del que hemos oído hablar?

En algunos momentos aparece también en mi mente esta pregunta: “¿Quién es Jesús para mí?”. Y la respuesta parece obvia: es el Hijo de Dios vivo. Así me lo enseñaron desde niño. Pero ¿significa algo para mí esta afirmación?, ¿Cambia en algo mi vida? Jesús ha ido pasando por su vida siempre pendiente del Padre; Jesús es un hombre “hijo de hombre”. Él no se considera otra cosa. Por esto siembre le encontraremos orando, hablando con el Padre al que unos pasos más adelante va a llamar ya “ABBA”, que podríamos traducir como “Papá”, incluso como “papaiño”. Esa es, tal vez, la meta a la que nos dirige el fragmento que hoy leemos: qué opinamos, mejor aún: ¿qué sentimos ante Jesús? ¿Cuál es nuestra idea del Jesús que pasa a nuestro lado invitándonos a conocer al Padre, a vivir a Dios como parte nuestra, como horizonte de nuestra vida? Y esto no es vanidad, sino vida verdadera.

D. Félix García O.P.

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

 

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