Lectura de la primera carta de san Juan 3, 7-10


 
Hijos míos,
que nadie los engañe:
el que practica la justicia es justo,
como Dios mismo es justo.
Pero el que peca procede del diablo,
porque el diablo es pecador desde el principio.
Y el Hijo de Dios se manifestó
para destruir las obras del diablo.
El que ha nacido de Dios no peca,
porque el germen de Dios permanece en él;
y no puede pecar,
porque ha nacido de Dios.
Los hijos de Dios y los hijos del diablo
se manifiestan en esto:
el que no practica la justicia no es de Dios,
ni tampoco el que no ama a su hermano.
 
Palabra de Dios. 


 Juan expone dos criterios. El primero, para saber quién es de Dios y quién del diablo. “El que peca procede del diablo… El que ha nacido de Dios no peca”. La conclusión parece clara. Nosotros, aunque somos de Dios y por eso no pecamos, no queremos pecar, de vez en cuando, pecamos y ahí nos alejamos de Dios y nos situamos en el campo del diablo. El segundo criterio, con formulación negativa: “el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano”. La conclusión también parece clara. Siempre que amamos y somos justos nos portamos como hijos de Dios; siempre que no amamos y somos injustos nos portamos como hijos del diablo, el contrario a Dios. Nuestra tarea es ser lo que somos: hijos de Dios y no hijos del diablo. Que no nos dejemos seducir por el que no es nuestro Padre, para que podamos vivir el gozo y la alegría que nos ofrece nuestro Padre Dios.


P. Juan R. Celeiro
 

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