Lectura del libro de Isaías 55, 10-11



Así habla el Señor:
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo
y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador
y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que Yo quiero
y cumple la misión que Yo le encomendé.

Palabra de Dios.


Hemos de recibir la palabra de Dios con generosidad y colaborar con ella para que dé fruto abundante de santidad en nosotros y en los demás. Vino, primero por los profetas, luego por el Bautista y, finalmente, por el mismo Cristo: «Muchas veces y en muchas ocasiones habló Dios a nuestros Padres por ministerio de los profetas, últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo»: (Heb 1,1). En este tiempo cuaresmal hemos de leer con más frecuencia la Sagrada Escritura y escuchar en las charlas y meditaciones el mensaje de Dios a nuestra alma y ponerlo en práctica. Así la Palabra de Dios no volverá a Él vacía. Es la primera actitud de un cristiano: ponerse a la escucha de Dios, atender a su palabra, admitirla en su vida, «comerla», «comulgar» con esa palabra que es Cristo mismo, en la «primera mesa», que se ofrece en cada Eucaristía.

P. Juan R. Celeiro

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