Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9, 26-31



En aquellos días:
Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino, cómo le había había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde ese momento empezó a convivir con los discípulos en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor.
Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso.
La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios.


Es importante poner de manifiesto que Pablo, el perseguidor, ha tenido en el "camino" una experiencia del Señor resucitado, como la han tenido los apóstoles y otros y está en disposición de anunciar la Resurrección, incluso en la misma sinagoga que fue responsable de la acusación de Esteban. Esto es lo que a Lucas le interesa sobremanera: si Esteban ha sido quitado de en medio por los intereses "religiosos" de los responsables, Dios llama a otro (nada menos que al enemigo anterior del evangelio), a Saulo, para anunciar la resurrección y llevar el mensaje a todos los hombres. La Iglesia, los discípulos -todavía no han recibido el nombre de cristianos, como sucederá en Antioquia-, se fortalecerá en la persecución y el sufrimiento. Pero el mensaje de la vida, como corazón del anuncio de la resurrección, ha de transformar el mundo.


P. Juan R. Celeiro

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