Lecturas del día

Lectura del libro de Jeremías
13, 1-11

Así me habló el Señor: «Ve a comprarte una faja de lino; te la ajustarás a la cintura, pero no la meterás en el agua». Yo compré la faja, conforme a la palabra del Señor, y me la ajusté a la cintura.
La palabra del Señor me llegó por segunda vez, en estos términos: «Toma la faja que habías comprado y que llevas puesta a la cintura. Ve en seguida a Perat y escóndela allí en la hendidura de una roca». Yo fui a esconderla en Perat, como el Señor me lo había ordenado.
Al cabo de muchos días, el Señor me dijo: «Ve en seguida a Perat y recoge la faja que yo te mandé esconder allí». Yo fui a Perat, cavé y recogí la faja del lugar donde la había escondido: la faja estaba estropeada, no servía para nada.
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: «Así habla el Señor: De esa misma manera destruiré el orgullo de Judá y el gran orgullo de Jerusalén. Este pueblo malvado, que se niega a escuchar mis palabras, que sigue los impulsos de su corazón obstinado, que va detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, será como esta faja que ya no sirve para nada. Porque así como la faja se adhiere a la cintura del hombre, así Yo me había adherido a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá -oráculo del Señor- para que ellos fueran mi pueblo, mi renombre, mi honor y mi gloria. ¡Pero no han escuchado!»

Palabra de Dios.


Se nos ofrece una visión cargada de simbolismo y cuyo sentido es bastante patente: el pueblo de Israel, que el mismo Yahvé se había ceñido como un cinturón de lino en los lomos, se ha desprendido de él y ha ido a enfangarse en contacto con los ídolos babilónicos. Triste sino de un pueblo que no solo se negó a escuchar la voz del profeta sino que, además, desairó y humilló a Jeremías hasta límites insospechados. De natural afectivo, su tarea profética consistió en extirpar y destruir, reconstruir y plantar; necesitado de paz le correspondió predecir desgracias y vivir en constante conflicto con sacerdotes, reyes y falsos profetas; pero así resultó ser acrisolado para un trato y un lenguaje sobre Dios que nos dice que es más del corazón que de los poderosos, de una religión interior más allá de los dictados de templos y sacerdotes. La predilección de Dios por su pueblo no ha servido para nada, al parecer, y su obstinación en no acoger la palabra de los profetas lo lleva a su propia ruina como pueblo, a no servir para nada como el cinturón que se estropeó en el escondite del Eufrates.


SALMO RESPONSORIAL                          Deut 32, 18-21

R.    ¡Despreciaste al Dios que te engendró!

Despreciaste a la Roca que te engendró,
olvidaste al Dios que te hizo nacer.
Al ver esto, el Señor se indignó
y desechó a sus hijos y a sus hijas. R.

Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro,
para ver en qué terminan.
Porque son una generación perversa,
hijos faltos de lealtad. R.

Provocaron mis celos con algo que no es Dios,
me irritaron con sus ídolos vanos;
Yo provocaré sus celos con algo que no es un pueblo,
los irritaré con una nación insensata. R.



EVANGELIO


    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
13, 31-35


Jesús propuso a la gente esta parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas».
Después les dijo esta otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
"Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas
desde la creación del mundo".

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Mucha gente cree que para cambiar el mundo se necesita dinero y poder. Jesús nos presenta otro camino en este evangelio, un camino más humilde, pero a la larga más eficaz:
- Jesús confía en los pequeños compromisos, en los pequeños gestos para que el mundo cambie.
- Tenemos que sembrar el campo del mundo, de la familia, de la Iglesia, de la economía, del mundo laboral... sin olvidar el campo de nuestro corazón
- Pero no se puede sembrar cualquier semilla, no se puede echar cualquier sustancia en la masa. Nuestra semilla es el Evangelio, nuestra levadura es el amor.
- Hay que tener paciencia. Hay que esperar. La pequeña semilla de mostaza no se convierte en un gran arbusto en un día. La levadura no fermenta la masa en un minuto.

¿Qué semillas siembras o podrías sembrar en los ambientes en los que se desarrolla tu vida? ¿Qué te dice Dios ¿Qué le dices?

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