Dios nuestro, Padre de la luz, tú has enviado al mundo tu Palabra,   sabiduría que sale de tu boca,   y que ha reinado sobre todos los pueblos de la tierra (Eclo 24,6-8).   Tú has querido que ella haga su morada en Israel   y que a través de Moisés, los Profetas y los Salmos (Lc 24,44)   manifieste tu voluntad,   y hable a tu pueblo de Jesús, el Mesías esperado.   Tú has querido que tu propio Hijo, Palabra eterna que procede de ti (Jn 1,1-14),   se hiciera carne y plantara su tienda en medio de nosotros.   Él fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María (Lc 1,35).   Envía ahora tu Espíritu sobre nosotros:   Él nos dé un corazón oyente (1 Re 3,9),   nos permita encontrarte en tus Santas Escrituras y engendre tu Verbo en nosotros.   El Espíritu Santo levante el velo de nuestros ojos (2 Cor 3,12-16),   nos conduzca a la Verdad Completa (Jn 16,13)    y nos dé inteligencia y perseverancia.   Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor,   quien sea bendito y al...
 
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