Liturgia - Lecturas del día

 


 


 

Lectura del libro del Apocalipsis

14, 4-19

 

Yo, Juan, vi una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien que parecía Hijo de hombre, con una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. En seguida salió del Templo otro Ángel y gritó con voz potente al que estaba sentado sobre la nube: «Empuña tu hoz y siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha y los sembrados de la tierra están maduros». Y el que estaba sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y ésta quedó segada.

Entonces otro Ángel salió del Templo que está en el cielo, llevando también una hoz afilada.

Y salió del altar otro Ángel -el que tiene poder sobre el fuego- y gritó con voz potente al que tenía la hoz afilada: «Empuña tu hoz y cosecha los racimos de la viña de la tierra, porque han llegado a su madurez».

El Ángel pasó la hoz afilada sobre la tierra, cosechó la viña y arrojó los racimos en la inmensa cuba de la ira de Dios.

 

Palabra de Dios.



La mies está madura. La uva, en sazón. El Cordero, Cristo, es el Juez de la historia. El Apocalipsis le llama con el mismo nombre que Daniel: "el Hijo del Hombre", como repetidamente en el evangelio. Viene sobre una nube blanca, símbolo de la divinidad. Con la corona ceñida sobre la cabeza. Con una hoz afilada para la siega. Y otra hoz afilada para la vendimia. Ha llegado el momento del juicio de Dios, la hora de la verdad. Ahora se verá quién vence y quién es derrotado. En la parábola de la cizaña había avisado Jesús: "dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega, y ahi diré a los segadores: recojan la cizaña y atenla en gavillas para quemarla".


 

 

SALMO RFSPONSORIAL                                              95, 10-13

 

R.    ¡El Señor viene a gobernar la tierra!

 

Digan entre las naciones:

«¡El Señor reina!

El mundo está firme y no vacilará.

El Señor juzgará a los pueblos con rectitud». R.

 

Alégrese el cielo y exulte la tierra.

resuene el mar y todo lo que hay en él;

regocíjese el campo con todos sus frutos,

griten de gozo los árboles del bosque. R.

 

Griten de gozo delante del Señor,

porque Él viene a gobernar la tierra:

Él gobernará al mundo con justicia,

y a los pueblos con su verdad. R.

 

 

 


 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

21, 5-9

 

Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».

Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»

Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El, tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por estar aquí; por regalarme este momento de encuentro contigo. Sabes que quiero creer más en ti. ¡Aumenta, por favor, mi fe! Deseo abandonarme en tus brazos amorosos igual que un niño pequeño en los brazos de su mamá, ¡Aumenta mi confianza en ti! Anhelo ser para ti un lugar de descanso, una morada donde todos puedan encontrarte, ¡aumenta mi amor!


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Hoy, Jesús, me regalas una palabra que quiere tocar mi vida, que quiere transformarla. Me hablas de la confianza en ti.

Al ver que muchos ponderaban la hermosura del templo, les dices que todo será destruido y no quedará piedra sobre piedra. Hablas a quienes creían que eran buenos por tener un edificio bello, grande y dedicado a ti. ¡Cuántas veces yo pienso algo similar Señor! Me escudo bajo el nombre de cristiano y me siento «bueno» porque no mato, ni robo, ni soy tan malo como otros. Me siento contento y seguro con lo que puedo alcanzar por mis medios y por mis fuerzas en mis actividades apostólicas.

¿Cuántas veces me ha pasado que cuando las cosas no salen como yo pensaba, cuando no he podido alcanzar mis metas, cuando experimento el dolor en mí o en los que más quiero, te culpo y creo que me has defraudado? No me doy cuenta que si tantas veces me he sentido así, se porque he puesto mi confianza en mí, en mis medios, en tantas cosas… más no en ti.

Señor, tantos me han engañado y han hecho sufrir mi corazón. Me he dejado seducir por el dinero, el placer, el poder… en resumidas cuentas, por el pecado, y, al final, me he encontrado vacío, triste y herido. No lo quiero más. Ayúdame, Jesús, a confiar sólo en ti y sólo en ti.


«La salvación de Dios proclamada tiene el carácter de un poder invencible que vencerá sobre todo. De hecho, después de haber anunciado a sus discípulos las terribles señales que precederán su venida, Jesús concluye: “Cuando empiece a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza; se acerca su liberación”. Y, si san Pablo habla de un amor “que crece y rebosa”, es porque el testimonio cristiano debe reflejar esta fuerza irresistible que narra el Evangelio. Jesús, también en medio de una agitación sin precedentes, quiere mostrar su gran poder, su gloria incomparable, y el poder del amor que no retrocede ante nada, ni frente al cielo en convulsión, ni frente a la tierra en llamas, ni frente al mar embravecido. Dios es más fuerte que cualquier otra cosa».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de noviembre de 2015).

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