SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO (DOMINGO 34°)


 


 


 

Lectura de la profecía de Ezequiel

34, 11-12. 15-17

 

    Así habla el Señor:

¡Aquí estoy Yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de Él. Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas.

Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar –oráculo del Señor–. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y sanaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia.

En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos »

 

Palabra de Dios.



Se anima al pueblo, en los momentos más tristes de su historia, con palabras esperanzadoras. Dios se presenta a sí mismo, como un Pastor bueno, que apacienta a sus ovejas, las busca y recoge si se dispersan, las libra de los peligros que puedan correr, las venda y cura si se hieren. Es un Dios fiel y misericordioso que también "juzgará entre oveja y oveja" y entre "carnero y chivos", porque este capítulo contiene una queja muy dura contra los malos pastores que gobernaban Israel. ¿Qué clase de Rey es este en quien creemos y a quien seguimos? Ezequiel no lo presenta como un caudillo guerrero, o como un rico poderoso, sino como un pastor solícito. El Dios del que habla Ezequiel es juez pero a la vez es pastor, guía, médico y liberador.


                            

 

SALMO RESPONSORIAL                                                    22, 1-3. 5-6

 

R.    El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

 

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

Él me hace descansar en verdes praderas,

me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas;

me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.  R.

Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,

 

Tú preparas ante mí una mesa,

frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza

y mi copa rebosa.  R.

 

Tu bondad y tu gracia me acompañan

a lo largo de mi vida;

y habitaré en la Casa del Señor,

por muy largo tiempo.  R

 

 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Corinto

15, 20-26. 28

 

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.

En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego aquellos que estén unidos a Él en el momento de su Venida.

En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte.

Y cuando el universo entero lo sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a Aquél que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.

 

Palabra de Dios.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

25, 31-46

 

Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver».

Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos: desnudo, y te vestimos? ¿Cuando te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?»

Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmIgo».

Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron».

Éstos, a su vez, le preguntarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?»

Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmIgo».

Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Jesús, por este día… Hoy quiero estar contigo. Quiero escucharte y en cada momento estar en tu presencia. Ayúdame a reconocerte como Rey de mi vida, de mi historia.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! El corazón no está hecho para migajas y sobras de amor…, no está hecho para un amor abstracto. El corazón está hecho para un amor concreto…, para un amor que goce, que sufra, un amor total.

El corazón no se contenta con ideas y amores de película… exige un amor real.

Jesús conoce mi corazón, pues Él lo ha creado y sabe, aún más que yo, lo que necesita. Sabe lo que necesita el que ama y lo que necesita el amado. También sabe que el corazón lo busca a Él y sólo a Él… lo sabe muy bien.

Jesús escucha los reclamos ante su ausencia. Escucha mis oraciones vacías ante su silencio pues desespero al no verlo.

Te pido que me muestres tu rostro y… ¡Ahí estás! Te muestras, te revelas en el prójimo… te revelas en sus heridas.

Quieres amar en mí y ser amado en el otro. Conoces los deseos que tengo de amor y te dejas amar en el otro. Sólo que… no te veo Señor; muchas veces sé que estás pero no te siento. Las debilidades e imperfecciones, propias y ajenas, me distraen, sin embargo, es ahí donde hay que amar… ahí me pides amar.

El amor que me inspiras en el silencio de la oración; el que me inspiras al contemplar la cruz…ése es el amor que me pides dar.

«Nosotros los cristianos estamos llamados a contemplar el misterio del Amor no amado, y a derramar misericordia sobre el mundo. En la Cruz, árbol de vida, el mal ha sido trasformado en bien; también nosotros, discípulos del Crucificado, estamos llamados a ser “árboles de vida”, que absorben la contaminación de la indiferencia y restituyen al mundo el oxígeno del amor».
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de septiembre de 2016).


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