Liturgia - Lecturas del día

 



 


 

Lectura de la profecía de Sofonías

3, 9-13

 

Así habla el Señor:

Yo haré que sean puros

los labios de los pueblos,

para que todos invoquen el Nombre del Señor

y lo sirvan con el mismo empeño.

Desde más allá de los ríos de Cus,

mis adoradores, los que están dispersos,

me traerán ofrendas.

 

Aquel día,

ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones

con las que me has ofendido,

porque Yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes

que están en medio de ti,

y ya no volverás a engreírte

sobre mi santa Montaña.

 

Yo dejaré en medio de ti

a un pueblo pobre y humilde,

que se refugiará en el Nombre del Señor.

El resto de Israel

no cometerá injusticias

ni hablará falsamente;

y no se encontrarán en su boca

palabras engañosas.

Ellos pacerán y descansarán

sin que nadie los perturbe.

 

Palabra de Dios.



El anuncio de la purificación de los pueblos que abandonan el culto a otras divinidades y profesan su fe al Señor, manifiesta la espera de una profunda renovación de la humanidad por obra del Señor. Consiste en la conversión del corazón humano y se traduce en acoger la ley divina, en el culto al Dios verdadero. Transformación antropológica que afecta al pueblo de Dios, en el que desaparece todo rastro de soberbia, como síntesis del pecado humano, de un orgullo que tiende a ocupar el puesto de Dios. El pueblo del tiempo de la salvación, al que se promete el descanso y la paz, es un «resto», un grupo políticamente frágil y culturalmente irrelevante y despreciado, que no puede presumir de sus propias fuerzas, sino que experimenta con gratitud la fidelidad de su Dios. Está constituido por los que tienen a Dios como único recurso y confían plenamente en él, obedeciendo a la voluntad divina.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                             33, 2-3. 6-7. 17-19. 23

 

R.    El pobre invocó al Señor; y Él lo escuchó.

 

Bendeciré al Señor en todo tiempo,

su alabanza estará siempre en mis labios.

Mi alma se gloría en el Señor:

que lo oigan los humildes y se alegren. R.

 

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,

y sus rostros no se avergonzarán.

Este pobre hombre invocó al Señor:

Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

 

El Señor rechaza a los que hacen el mal,

para borrar su recuerdo de la tierra.

Cuando los justos claman, el Señor los escucha

y los libra de todas sus angustias. R.

 

El Señor está cerca del que sufre

y salva a los que están abatidos.

El Señor rescata a sus servidores,

y los que se refugian en él no serán castigados. R.

 

 



  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

21, 28-32

 

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue.

Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?»

«El primero», le respondieron.

Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.

En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Simplemente quisiera estar en tu presencia, Señor. Es difícil, me encuentro distraído… pensado en muchas cosas. Sé que aquí estás, no importando como esté yo y eso me basta.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

No sé por qué solía pensar que mientras más te conociera, más fuerte iba a ser. Hoy me doy cuenta de todo lo contrario… Cada día que pasa siento que me torno más débil, me voy haciendo más consciente de no poder hacer nada sin ti.

Ésta es mi fortaleza, Señor, pues sólo conociendo mi miseria es como he experimentado tu amor. No se trata de subir… sino de bajar. Basta contemplar cada momento de tu vida.

No es la perfección de mis actos lo que te conquistará. Es la rendición ante ti de mi vida entera la que me dará la ventaja. Así como el conocer que sin ti no puedo nada es el camino, la escalera. Cuando mi dirección es el amor hay que bajar para subir.

Jesús, te pido la gracia de verme como Tú me ves, sabiendo que mi pobreza es el tesoro que me ha permitido conocerte. Permíteme en estas vísperas de navidad, viajar hacia tus misterios; misterios iluminados por la humildad, tomado de tu mano.

….Para subir; quisiste bajar…

«Esta es la ternura. Es abajarse al nivel del otro. Es el camino que hizo Jesús. Jesús no consideró un privilegio ser Dios: se abajó. Y habló nuestra lengua, habló con nuestros gestos. Y el camino de Jesús es el camino de la ternura. Esto, el hedonismo, el miedo a la libertad, esto es precisamente individualismo contemporáneo. Hay que salir a través del camino de la ternura, de la escucha, del acompañar, sin preguntar».
(Discurso de S.S. Francisco, 16 de junio de 2016).


 

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