Día 7. El corazón agradecido de Jesús
“Te daré gracias de todo corazón, Señor, Dios mío, daré
gloria a tu nombre por siempre.”
Salmo 86,12
A todos nos gusta recibir regalos. Cuando recibimos uno,
obviamente le damos
las gracias a quien nos da el regalo, pero a menudo también
nos sentimos
obligados a corresponderle dándole un regalo que valga lo
mismo. En contraste,
cuando le ofrecemos algo a Dios o hacemos algo con alguno de
los más pequeños
de Dios aquí en la tierra, Dios nos promete, “Y todo el que
haya dejado casas,
hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mi
causa, recibirá cien
veces más y heredará la vida eterna” (Mat 19.29). Dios es
tan agradecido que nos
da más bendiciones de las que nuestras acciones merecen.
Recuerda el último regalo que recibiste. ¿Cómo te sentiste
al recibirlo? (pausa)
Debido a que Dios es infinito, la gratitud de Dios por
cualquier cosa buena que
hagamos, también es infinita. Dios nunca para de derramar
sus bendiciones sobre
nosotros—muchas más de las que nos merecemos.
Es menester que imitemos al Sagrado Corazón de Jesús en su
agradecimiento
mostrando mucha gratitud, en primer lugar, a Dios por la
vida y las gracias que de
él hemos recibido y entonces a todos los que nos rodean y
que nos ofrecen algo
cuando estamos necesitados. Piensa en una bendición que has
recibido de Dios y
que aprecias mucho. Ofrécele ahora mismo una breve oración
de agradecimiento
a Dios. (pausa)
Somos llamados a compartir nuestras bendiciones con otros.
Esa es la señal
más grande de gratitud que le podemos ofrecer a Dios, y
muestra cuánto
apreciamos los dones recibidos. Piensa cómo puedes compartir
una bendición que
has recibido de Dios. (pausa) Resuelve firmemente hacer
esto.
Oración final
Dios, yo amo tu Sagrado Corazón con todo mi corazón. Te doy
gracias por los
dones que me has dado, especialmente por la vida misma.
Protégeme y protege a
mis seres queridos para que podamos seguir compartiendo tu
amor lo unos con
los otros. Ayúdame también a compartir tus dones y tu bondad
con mis prójimos
de manera que tu amor eventualmente se esparza por todo el
mundo. Amén.
Jesús, dócil y humilde de corazón,
haz que mi corazón sea semejante al tuyo.
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