Liturgia - Lecturas del día

 



Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Colosas

1, 1-8

 

Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo saludan a los santos de Colosas, sus fieles hermanos en Cristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre.

Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando sin cesar por ustedes, desde que nos hemos enterado de la fe que tienen en Cristo Jesús y del amor que demuestran a todos los santos, a causa de la esperanza que les está reservada en el cielo.

Ustedes oyeron anunciar esta esperanza por medio de la Palabra de la verdad, de la Buena Noticia que han recibido y que se extiende y fructifica en el mundo entero.

Eso mismo sucede entre ustedes, desde que oyeron y comprendieron la gracia de Dios en toda su verdad, al ser instruidos por Epafras, nuestro querido compañero en el servicio de Dios. Él es para ustedes un fiel ministro de Cristo, y por él conocimos el amor que el Espíritu les inspira.

 

Palabra de Dios.




Colosas, no fue evangelizada por Pablo sino por Epafrás. Les escribe porque están amenazados en la autenticidad de la doctrina por tendencias de tipo sincretista. Se intentaba proponer una especie de «gnosis» basada en elementos del mundo y en las potencias cósmicas, así como en la observancia minuciosa de prácticas, como la circuncisión o las normas alimentarias judías. En el saludo se usa el término “hermano”, manera de nombrarse de los primeros cristianos. El cristianismo, ¿es para nosotros una gran fraternidad? También tiene la costumbre de llamarlos “santos”; no porque fueran perfectos y sin pecado, sino porque participan de la santidad de Dios “nuestro Padre”. Otra razón para  llamarnos “hermanos”. La fe, la caridad y la esperanza caracterizan a los cristianos. La esperanza es como el motor de las otras virtudes. Por ella el cristiano sabe a dónde va: el cielo. La fe y la caridad son como un gustar anticipado ese cielo que realizara todas las aspiraciones del hombre.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                   51, 10-11

 

R.    ¡Confiamos en tu misericordia, Señor!

 

Yo, como un olivo frondoso

en la casa de Dios,

he puesto para siempre mi confianza

en la misericordia del Señor. R.

 

Te daré gracias eternamente

por lo que has hecho,

y proclamaré la bondad de tu Nombre

delante de tus fieles. R.

 

 

 


 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

4, 38-44

 

Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.

Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De muchos salían demonios gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.

Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero Él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.

 

Palabra del Señor.




Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, sé que ahí estás; que de mí estás pendiente… Hoy te pido la gracia de dejarme sorprender.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Ante los milagros que llaman la atención, que son trasmitidos en televisión; ante aquellos que sólo tú sabes, que consideras detalles de Dios simplemente… ¡déjate sorprender!

Hay que dejarnos sorprender por aquellos regalos que consideramos ya como aspectos cotidianos; la amistad, la familia, la vida misma. Sin olvidar también aquellos aspectos misteriosos que no llegamos a entender, aquellos que incluso nos hacen dudar si Dios verdaderamente está… aun ahí hay que dejarnos sorprender.

«La gente lo andaba buscando e intentaban retenerlo para que no se les fuese». Ésa es la actitud de alguien que se ha dejado sorprender por Dios en su vida. Es una experiencia que te hace buscarlo, noche y día. Es una experiencia que te hace no querer soltarlo; que te hace querer a Dios como compañero, no sólo por unos cuantos días, sino para toda la vida.


«El amor te abre a la sorpresa. El amor siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre el que ama y el que es amado. Y a Dios decimos que es el Dios de las sorpresas, porque él siempre nos amó primero, y nos espera con una sorpresa. Dios nos sorprende. Dejémonos sorprender por Dios. Y no tengamos la ‘psicología del computer’ de creer saberlo todo. -‘¿Cómo es esto?’ -‘Wait a moment’ (espera un momento). [Francisco hace que consulta en el ordenador] El computer, todas las respuestas. Ninguna sorpresa».
(Mensaje de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).

 

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