Liturgia - Lecturas del día




 Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Colosas

1, 15-20

 

Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible,

el Primogénito de toda la creación,

porque en Él fueron creadas todas las cosas,

tanto en el cielo como en la tierra,

los seres visibles y los invisibles,

Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades:

todo fue creado por medio de Él y para Él.

 

Él existe antes que todas las cosas

y todo subsiste en Él.

Él es también la Cabeza del Cuerpo,

es decir, de la Iglesia.

 

Él es el Principio,

el Primero que resucitó de entre los muertos,

a fin de que Él tuviera la primacía en todo,

porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.

 

Por Él quiso reconciliar consigo

todo lo que existe en la tierra y en el cielo,

restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

 

Palabra de Dios




Con este himno, Pablo les recuerda las verdades de fe, y lo hace recurriendo a su misma liturgia, de donde procede. Pretende demostrar que la «gnosis cristiana» es una sabiduría que se fundamenta en una intervención libre y gratuita de Dios en la historia. Celebra la grandeza universal de Cristo, en el orden de la creación y en el orden de la resurrección alrededor del hecho histórico universal que es la cruz.  Absoluta primacía de Cristo en el orden de la duración –“antes que todas las cosas”-, como en el orden de la dignidad –“todo subsiste en él”-.  Después, tenemos la intervención sobrenatural de Dios, en la que Cristo es también el primero. El mundo va hacia un término, hacia una plenitud. Hacia la resurrección, de la que Jesús es el primogénito. Todo, la salvación de todos,  la reconciliación universal, ha sido por su cruz, por su amor hasta el final, por su sangre ofrecida.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                           99, 1-5

 

R.    ¡Lleguemos hasta el Señor cantando himnos de gozo!

 

Aclame al Señor toda la tierra,

sirvan al Señor con alegría,

lleguen hasta Él con cantos jubilosos. R.

 

Reconozcan que el Señor es Dios:

Él nos hizo y a Él pertenecemos;

somos su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

 

Entren por sus puertas dando gracias,

entren en sus atrios con himnos de alabanza,

alaben al Señor y bendigan su Nombre. R.

 

¡Qué bueno es el Señor!

Su misericordia permanece para siempre,

y su fidelidad por todas las generaciones. R.

 

 

 


 

  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

5, 33-39

 

Los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben».

Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar».

Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a éste no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. El vino nuevo se pone en odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: el añejo es mejor».

 

Palabra del Señor.




La Palabra me dice


Lo nuevo, lo viejo… cada uno tiene su valor, sin tratar de “hacer encajar” las dos cosas a la fuerza. Cada uno tiene su lugar y su valor en lo distintos que son. Para nosotros un desafío… discernir, responder a Dios con integridad desde nuestra esencia, desde lo que somos, sin remiendos, ubicados, sin pretender ocupar lugares que no nos corresponden. Dios es exigente pero nunca nos va a pedir más de lo que podemos dar.


A la Palabra, le digo


Quiero vivir en plenitud mi vocación, concédeme Señor ser cada vez más auténtica/o, ser quien soy llamada/o a ser. 




 

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