DOMINGO 32° DURANTE EL AÑO





 

Lectura del segundo libro de los Macabeos

6, 1; 7, 1-2. 9-14

 

El rey Antíoco envió a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir conforme a las leyes de Dios.

Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres».

Una vez que el primero murió, llevaron al suplicio al segundo. Y cuando estaba por dar su último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes».

Después de éste, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: « Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de Él». El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos.

Una vez que murió éste, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por El. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».

 

Palabra de Dios.



Durante la persecución de Antíoco Epífanes, en el 167 a.C., algunos judíos sufrieron la tortura y la muerte antes que renegar de su fe. El relato bíblico narra el martirio de siete hermanos y de su madre. Por primera vez en Israel se expresa la esperanza en la resurrección. A los que han aceptado sacrificar su Vida por fidelidad a su fe, Dios les dará su propia Vida eterna: estarán junto a él, con sus cuerpos recreados como por un nuevo nacimiento. Esta creencia progresó en el judaísmo: ya no son sólo los mártires los que resucitarán, sino todos los justos. Jesús comparte esta esperanza, que le da la fuerza para afrontar la muerte. Ella se convertirá en realidad el día de Pascua.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                    16, 1.5-6. 8b. 15

 

 

R.    ¡Señor, al despertar; me saciaré de tu presencia!

 

Escucha, Señor, mi justa demanda,

atiende a mi clamor;

presta oído a mi plegaria,

porque en mis labios no hay falsedad.  R.

 

Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados:

¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!

Yo te invoco, Dios mío, porque Tú me respondes:

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.  R.

 

Escóndeme a la sombra de tus alas.

Pero yo, por tu justicia,

contemplaré tu rostro,

y al despertar, me saciaré de tu presencia.  R.

 

 


 

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Tesalónica

2, 16-3,5

 

Hermanos:

Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.

Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe.

Pero el Señor es fiel: Él los fortalecerá y los preservará del Maligno. Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones.

Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo.

 

Palabra de Dios.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

20, 27-38

 

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»

Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.

Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él».

 

Palabra del Señor. 



“No es un Dios de muertos, sino de

 vivientes”



 El Evangelio de hoy nos informa sobre la discusión de los Saduceos con Jesús acerca de la fe en la resurrección. Los saduceos eran una élite aristocrática de latifundistas y comerciantes. Eran conservadores y no aceptaban la fe en la resurrección. Por esto, para criticar y ridiculizar la fe en la resurrección, contaban casos ficticios para mostrar que la fe en la resurrección llevaría a la persona al absurdo. En el texto los saduceos tendiendo una trampa a Jesús, basándose en la doctrina de Moisés de que cuando uno muere sin hijos, su hermano ha de casarse con la viuda para dar sucesión al hermano difunto critican aquello que nosotros creemos. La muerte, el más allá, el destino de las personas, es un gran misterio que ni la ciencia, ni la razón han desvelado; es obra total de Dios que quiere llevar a todas las personas a la plenitud de la vida. El fundamento de nuestra fe es la Resurrección de Jesús. Las respuestas a nuestras preguntas están en la palabra viviente de la Cruz y la resurrección. Pidamos para que nuestra vida siga las huellas del Señor y creamos que en Dios está la Vida y de Él viene la vida porque es un Dios de vivos y creer en Jesucristo es vivir intensamente la vida y saborearla.

¿Tú crees en la resurrección? Al decir que crees en la resurrección, ¿piensa en algo del pasado, del presente o del futuro? ¿Has tenido en tu vida alguna experiencia de resurrección?

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