Evangelio del día - (Quinta Semana del Tiempo Ordinario)




 Lectura del libro del Génesis

1, 202, 4a

 

Continuando la creación, Dios dijo: «Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo». Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra». Así hubo una tarde y una mañana: éste fue el quinto día.

Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie». Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.

Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo».

Y Dios creó al hombre a su imagen;

lo creó a imagen de Dios,

los creó varón y mujer.

Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra». Y continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde». Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: éste fue el sexto día.

Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.

El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que había creado.

Éste fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados.

 

Palabra de Dios.



En la creación se descubre un orden lógico y una gradación ascendente. En los tres primeros días tiene lugar la obra de separación. En los tres siguientes se lleva a cabo la obra de ornamentación; Dios «amuebla y decora» los espacios creados: coloca lumbreras en el firmamento, puebla de peces y aves los mares y el aire, hace que la tierra produzca toda clase de animales, y finalmente crea al hombre. Toda esta disposición y gradación jerárquica no refleja ningún orden cronológico, sino que tiene la finalidad de subrayar la dignidad y perfección del hombre, que aparece como la culminación de toda la obra de Dios. De la creación del hombre se dice que «era muy buena». Se emplea, el «hagamos» para indicar la deliberación de parte de Dios, que toma consejo consigo mismo antes de coronar su obra con la creación de un ser viviente fuera de serie.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                     8, 4-9

 

R.    ¡Señor, qué admirable es tu Nombre!

 

Al ver el cielo, obra de tus manos,

la luna y las estrellas que has creado:

¿qué es el hombre para que pienses en él,

el ser humano para que lo cuides? R.

 

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y esplendor;

le diste dominio sobre la obra de tus manos,

todo lo pusiste bajo sus pies. R.

 

Todos los rebaños y ganados,

y hasta los animales salvajes;

las aves del cielo, los peces del mar

y cuanto surca los senderos de las aguas. R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Marcos

7, 1-13

 

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.

Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?»

Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:

"Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

En vano me rinde culto:

las doctrinas que enseñan

no son sino preceptos humanos".

Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres».

Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre", y además: "El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte". En cambio, ustedes afirman: "Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte..." En ese caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como éstas, hacen muchas otras cosas!»

 

Palabra del Señor.



"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí"

Jesús tiene claro cuál es su misión: ha sido enviado para librar al hombre de la esclavitud del pecado. Se mensaje es conciso, para que nadie se llame a engaño.

Si hay algo que no le gusta es la hipocresía, la doblez de corazón, la incoherencia de vida, la falta de autenticidad… todo esto se puede esconder debajo de un profundo discurso espiritual o en un aferrarse a normas y tradiciones, dejando de un lado lo importante. Cada uno que revise su vida con sinceridad, y vea en qué debe cambiar.

En el Evangelio Jesús reprocha a los fariseos su hipocresía: honra a Dios con los labios, pero su corazón está lejos. Hoy Jesús podría denunciar también la hipocresía que en la que viven muchos cristianos, pero a la inversa, honran a Dios en el corazón, pero con los labios lo niegan. Muchas veces los cristianos no se muestran como tal en sus ambientes de trabajo o estudio por miedo a ser rechazados o a que se burlen de ellos.  Pueden llegar incluso a mofarse de algunas cosas de la fe para no ser señalados como retrógrados. Sufren en su interior, pero no son valientes para ser fieles a su misión de dar testimonio de Cristo con su vida y su palabra donde se encuentren,

Pidamos al Señor la gracia de no acobardarnos. Sabemos que “quién pierde su vida la encontrará”, ánimo salgamos a la calle a anunciar el Evangelio. No nos quedemos en la sacristía.

MM.None MM. DominicasMonasterio de Santa Ana (Murcia)Enviar comentario al autor/a

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