Lecturas de hoy

 BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LOS DOLORES

 

 



 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a Timoteo

1, 1-2.12-14

 

Pablo, Apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios, nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, saluda a Timoteo, su verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.

Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús.

 

Palabra de Dios.


A Timoteo, cristiano de origen judeo pagano; muy amigo y compañero de viaje del Apóstol de los gentiles y ahora al frente de una comunidad cristiana, Pablo le escribe una carta llena de afecto llamándole su verdadero hijo en la fe. Lo invita a la fidelidad; y Pablo mismo, desde su experiencia personal de la misericordia divina, invita a Timoteo a vivir en la fe, en la gracia, en la misericordia y en la paz, que provienen de Dios. A pesar de nuestras miserias pasadas, Dios jamás nos abandonará. Él quiere no sólo que todos nos salvemos, sino que nos convirtamos en testigos suyos, sabiendo que aquel que en verdad ha experimentado el amor de Dios podrá convertirse en un fidedigno testigo suyo que, con la fuerza del Espíritu Santo, podrá ayudar a los demás a ir por el mismo camino que ya han andado sus propios pies. Seamos, pues, portadores del amor de Dios, proclamando ante los demás lo misericordioso que ha sido el Señor para con cada uno de nosotros.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                  15, 1-2a. 5. 7-8. 11

 

.    ¡Tú eres la parte de mi herencia, Señor!

 

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.

Yo digo al Señor: “Señor, Tú eres mi bien”.

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,

¡Tú decides mi suerte!. R.

 

Bendeciré al Señor que me aconseja,

¡hasta de noche me instruye mi conciencia!

Tengo siempre presente al Señor:

Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

 

Me harás conocer el camino de la vida,

saciándome de gozo en tu presencia,

de felicidad eterna a tu derecha. R.

 


 

 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan

19, 25-27

 

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.

Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Y Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

 

Palabra del Señor.



"Ahí tienes a tu Madre"

Casi en el final del relato de la crucifixión y muerte de Jesús, el evangelista vive en primera persona los momentos finales de la vida del Maestro. Es testigo privilegiado de cómo se están cumpliendo lo que de “el Mesías” decían las escrituras: «se repartieron sus ropas y echaron a suerte su túnica».

Jesús es consciente que vive sus últimos momentos, los latigazos, las espinas de la corona, las injurias y los clavos han hecho mella en su estado de salud, la pérdida de sangre ha sido cuantiosa.

La mayoría de sus íntimos han desaparecido, solamente su Madre, la hermana de su Madre y María la Magdalena, junto al discípulo que tanto quería, se encontraban cercanos a la cruz, y en un gesto de entrega total encarga a Juan el cuidado de su madre, convirtiéndolo en su propio hijo y a María la constituye en “Madre de todos los creyentes”.

María vive profundamente todo por lo que está atravesando su hijo, siendo fiel a los designios del Padre, cargando sobre sí los pecados del mundo y entregando su vida por la redención de todos; y ella sufre con intenso dolor la entrega total y sin condiciones que Jesús asume hasta sus últimas consecuencias, angustiada por la impotencia que genera no poder ayudarle, salvo ser testigos de su final.

María acepta con amor total la protección de todo el género humano y como a tal la veneramos como Madre, Reina y Señora de todo lo creado.

D. José Vicente Vila  Castellar, OP

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)


 


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