Lecturas del día

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos
1, 15. 18b-26

Hermanos:
Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.
De una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre. Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado. Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.
Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo.
Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.


Pablo a pesar de su situación, de estar encarcelado, no pierde en ningún momento la alegría y la felicidad. Para él no hay cadenas que le impidan la predicación, y ese encuentro con Jesús cara a cara. Le ha entregado su vida y la entrega con inmenso gozo. Ahí está la valentía de prisionero, el seguir predicando el evangelio en cualquier momento y situación. Esta valentía ayuda y contagia a la comunidad de Filipo para predicar junto a él y dar testimonio de su fe. No hay miedo, no hay cobardía, todos crecen en entusiasmo, y eso provoco más alegría a Pablo. Y toda esa alegría, fuerza y valentía viene por la oración que Pablo agradece, pues es la oración la que le da fuerzas para seguir anunciando la Buena Noticia. La oración que le fortalece en la fe, donde el vivir o el morir es indiferente pues morir por Cristo no rompe su comunión con él, todo lo contrario, es una ganancia. Una necesidad urgente de nueva evangelización. Transmitir, contagiar nuestra Pasión por Cristo.


SALMO RESPONSORIAL                                   41, 2-3. 5bcd

R.    ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!

Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios. R.

Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios? R.

¡Cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta! R.





   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
14, 1. 7-11

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
«Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no discrimina a nadie. No tiene problemas para entrar en casa de un recaudador, se acerca a los pecadores y prostitutas, a los enfermos y a los niños… Y en el Evangelio de hoy lo contemplamos en casa de uno de los principales fariseos. Tiene un corazón grande, abierto a todos.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Siempre nos parece que son los otros los que escogen los primeros puestos. Tenemos mucha facilidad para darnos cuenta. Pero ¿estás seguro de que tú no caes en esta tentación? Pide a Dios luz para que te ayude a descubrir la realidad. Recuerda la vida de Jesús: "Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;  al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz". (Flp 2)

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