Día 12 : La luz de Amar a Jesús

 En el nombre del Padre 

y del Hijo

Y del Espíritu Santo,

Amén.


Vamos a adentrarnos de nuevo en nuestro desierto interior para aprender a orar y a seguir a Jesús más íntimamente. Hoy continuamos con la luz, los misterios luminosos. Los meditamos los jueves, como nos pidió el Papa Juan Pablo II, y me gustaría que veamos juntos lo que nos dicen.


Estamos al comienzo del ministerio público de Jesús, que tenía treinta años y sólo le quedaban tres de vida. Jesús nos está mostrando que no espera que actuemos de ninguna manera en particular. Incluso quiere liberarnos de eso. Y eso es algo muy delicado para él. Un minuto de la vida de Jesús tuvo un impacto mayor en el mundo que la vida de todos los hombres que conforman la humanidad. De hecho, él podría haber sentido la urgencia de actuar en favor de los pobres y los enfermos, de luchar contra las numerosas injusticias de su tiempo, y podría haber ganado todas las batallas porque era Dios, sin embargo, pasó treinta años en el silencio de una vida más banal que la nuestra.


Jesús no espera ningún rendimiento en particular; Él  espera que nos sintamos seguros de nuestra salvación, felices de vivir liberados por su Amor y de compartirlo con sencillez. 


Luego están las bodas de Caná, el primer milagro y las últimas palabras de María: "Hagan lo que les diga". María nos invita a tomar el Evangelio y aplicarlo, sin arandelas, sin artificios, sin supresiones ni añadidos.


A continuación podemos meditar en la predicación del Reino, siguiendo los pasos de Jesús, gritando que el Reino de Dios está cerca de nosotros, para comprender que Jesús se puso nuevamente a disposición de cada uno de nosotros. Luego seguimos a los discípulos al monte Tabor para la transfiguración, y subimos al cenáculo para verle instituir la Eucaristía. Los dos últimos misterios muestran la misma realidad: lo que los discípulos tuvieron la gracia de contemplar en el monte Tabor, nosotros lo contemplamos en la Eucaristía. El altar y el Santísimo Sacramento son nuestro Monte Tabor. Jesús respondió a la oración de los discípulos de acampar en el monte para morar en esta poderosa presencia divina. Su respuesta fue aún más contundente.


Teniendo en cuenta el número de sacerdotes que hay en el mundo, podemos estimar en 3 el número de elevaciones por segundo: en otras palabras, cada segundo, tres sacerdotes elevan a Jesús a lo alto, para recordarnos que está presente entre nosotros. ¿Cómo podemos tener miedo del futuro cuando un Dios tan poderoso se nos hace tan presente?


¿Empiezas a ver los frutos del rezo del Rosario? Cada día meditamos los pasajes importantes de la vida de Jesús, no solo para para recordarlos, sino para comprender su significado en dos palabras y su esencia en una sola. María no nos retiene, nunca nos frena, simplemente nos ayuda a guardar el tesoro de la Buena Noticia en nuestro corazón.


Hoy les propongo meditar en la institución de la Eucaristía, pidiendo a Jesús la gracia de tener más fe en este misterio y rezando por los sacerdotes.


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