Evangelio diario / 1° de Agosto
Evangelio según san Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: “¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?”. Y se escandalizaban a causa de Él. Jesús les dijo: “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta”. Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.
Palabra del Señor.
“Solo en su tierra y en su casa desprecian
a un profeta”
Este pasaje narra el regreso de Jesús a Nazaret, su pueblo natal. Allí, la gente queda asombrada por su sabiduría y sus milagros, pero al mismo tiempo no pueden creer que un hombre tan "normal"—el hijo del carpintero—pueda ser el Mesías.
El Obstáculo del Prejuicio: El conocimiento humano que tenían de Jesús se convierte en un motivo de "escándalo" o tropiezo. No pueden ver más allá de su pasado y su familia, impidiendo que reconozcan su divinidad.
"Nadie es profeta en su tierra": Jesús constata una verdad universal: a menudo es difícil valorar y aceptar a quienes conocemos de cerca. Su gente lo rechaza por la familiaridad.
La Incredulidad Impide la Gracia: El pasaje termina con una frase clave: "Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos." Esto no limita el poder de Jesús, sino que muestra que la fe es la llave que abre la puerta a la acción de Dios. La falta de fe de los nazarenos les impidió recibir las bendiciones que Jesús quería darles.
En resumen, este Evangelio nos invita a dejar de lado nuestros prejuicios y a abrir el corazón para reconocer a Dios y sus obras, no solo en lo extraordinario, sino también en las personas y situaciones que nos parecen más comunes y cercanas. La fe es la condición indispensable para que los milagros de Dios ocurran en nuestra vida.
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