DOMINGO 32° DURANTE EL AÑO

 

 


 




 

Lectura del libro de la Sabiduría

6, 12-16

 

Radiante e inmarcesible es la sabiduría, la ven con facilidad los que la aman y quienes la buscan la encuentran. Se adelanta en manifestarse a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa, pues la encuentra sentada a su puerta. Meditar sobre ella es prudencia consumada y el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones. Pues ella misma va de un lado a otro buscando a los que son dignos de ella; los aborda benigna por los caminos y les sale al encuentro en cada pensamiento.


Palabra de Dios.



Hoy se nos invita a ser sabios. El libro de la Sabiduría -el último libro del AT, escrito unos cincuenta años antes de Cristo-, nos ha cantado las ventajas de encontrar la sabiduría auténtica, que sale a nuestro encuentro y quiere que la busquemos: el que está con los ojos abiertos y sabe acogerla, ese será en verdad afortunado. Es fácil poseer la sabiduría. No hace falta mucha ciencia o cultura: muchas personas sencillas, de las que seguramente hemos conocido algunas en nuestra misma familia o entorno, han tenido ese don de la sabiduría y han visto claramente lo que valía la pena en esta vida, mientras que otros que se creían sabios -lo más, serían eruditos o cultos- no han dado con la clave justa y han malogrado sus energías y su vida.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                        62, 2-8

 

R.    Mi alma tiene sed de ti, Señor.

 

Señor, Tú eres mi Dios,

yo te busco ardientemente;

mi alma tiene sed de ti,

por ti suspira mi carne

como tierra sedienta, reseca y sin agua.  R.

 

Sí, yo te contemplé en el Santuario

para ver tu poder y tu gloria.

Porque tu amor vale más que la vida,

mis labios te alabarán.  R.

 

Así te bendeciré mientras viva

y alzaré mis manos en tu Nombre.

Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso,

y mi boca te alabará con júbilo en los labios.  R.

 

Mientras me acuerdo de ti en mi lecho

y en las horas de la noche medito en ti,

veo que has sido mi ayuda

y soy feliz a la sombra de tus alas.  R.

 

 

 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Tesalónica

4, 13-18

 

No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con Él.

Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto. Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.

Consuélense mutuamente con estos pensamientos.

 

Palabra de Dios.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

25, 1-13

 

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:

El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.

Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.

Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: «Ya viene el esposo, salgan a su encuentro».

Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: «¿Podrían damos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?» Pero éstas les respondieron: «No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado».

Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.

Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos».

Pero él respondió: «Les aseguro que no las conozco».

Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

 

Palabra del Señor.




“No saben ni el día ni la hora”



Nos acercamos al final del Año Litúrgico y la liturgia enfoca nuestra mirada sobre la venida definitiva del Señor al final de los tiempos. Dirigir nuestra vista al horizonte del camino no significa quedarnos contemplando este acontecimiento como si de un cuadro apocalíptico se tratase, significa mirar y vivir nuestro presente a la luz de dicho acontecimiento.

Es tiempo de revisar la vida y la fe en el caminar cotidiano, dejar iluminar cada rincón de nuestro ser por el evangelio y descubrir las actitudes con las que vamos acogiendo el reinado de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo.

No es tiempo de dar más espacio a la angustia en nuestras vidas –en nuestro mundo ya hay demasiados motivos– sino de empapar nuestro corazón y nuestra mirada de esperanza. Esta es la actitud del cristiano ante las realidades últimas.

Fr. Óscar Jesús Fernández Navarro O.P.

Fr. Óscar Jesús Fernández Navarro O.P.
Convento de Santo Tomás (Sevilla)

 


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