Lecturas de hoy





 PRIMERA LECTURA

Del libro de la Sabiduría 18, 14-16; 19, 6-9

Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche estaba a la mitad de su camino, tu palabra todopoderosa, Señor, como implacable guerrero, se lanzó desde tu trono real del cielo hacia la región condenada al exterminio. Blandiendo como espada tu decreto irrevocable, sembró la muerte por dondequiera; tocaba el cielo con la mano y al mismo tiempo pisaba la tierra. La creación entera, obediente a tus órdenes, actuó de manera diversa a su modo de proceder para librar a tus hijos de todo daño. Una nube protegió con su oscuridad el campamento israelita y donde antes había agua, surgió la tierra firme; en el mar Rojo apareció un camino despejado y en las olas impetuosas, una verde llanura. Por ahí, protegido por tu mano, pasó todo el pueblo, mientras contemplaba tus prodigios admirables. Corrían como potros y brincaban como corderos, dándote gracias, Señor, por haberlos liberado.

Palabra de Dios.


El texto se refiere a la sabia actuación de Dios en la liberación de su pueblo de la esclavitud egipcia, cuando por medio de las plagas doblegó la voluntad contraria del faraón y, haciendo pasar al pueblo por el mar Rojo, liberó a su pueblo y destruyó el ejército del faraón. Todo ello muestra cómo Dios gobierna con sabiduría la historia y la creación, haciendo que esté al servicio de su pueblo. En el silencio de la noche, cuando el hombre está descuidado, Dios sigue salvando: en una noche determinó enviar la plaga de la muerte de primogénitos, en el silencio tuvo lugar la encarnación del Hijo de Dios, en el silencio aconteció su resurrección, en el silencio Dios sigue actuando y salvando.


SALMO RESPONSORIAL

Salmos 104

R/. Recordemos los prodigios del Señor.

• Aclamen al Señor y denle gracias,  relaten sus prodigios a los pueblos.  Entonen en su honor himnos y cantos, / celebren sus portentos. R/.

• El Señor hirió de muerte a los primogénitos de los egipcios, primicias de su virilidad.  Sacó a su pueblo, cargado de oro y plata,  y entre sus tribus nadie tropezó. R/.

• Se acordó de la palabra sagrada  que había dado a su siervo, Abrahán,  y sacó a su pueblo con alegría,  a sus escogidos, con gritos de triunfo. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: “En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’. Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’”. Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”.

Palabra del Señor.


Orar sin desanimarse

Lucas es el evangelista de la oración. Es el que más veces describe a Jesús orando y más nos transmite su enseñanza sobre cómo debemos orar.


Hoy lo hace con la parábola de la viuda insistente. El juez no tiene más remedio que concederle la justicia que la buena mujer reivindica. No se trata de comparar a Dios con aquel juez, que Jesús describe como corrupto e impío, sino nuestra conducta con la de la viuda, seguros de que, si perseveramos, conseguiremos lo que pedimos.

La perseverancia no equivale a impaciencia. Solamente el paciente es perseverante. El impaciente se cansa pronto y cede. El paciente persevera hasta el fin. Por eso la perseverancia es signo de amor y el amor nos abre  el acceso al Padre.

Jesús recomienda la confianza, la fidelidad y la perseverancia en la oración como clave para alcanzar lo que necesitamos; porque Él está intercediendo ante el Padre por nosotros.

La pregunta final de Jesús, en la página que hoy leemos, es provocativa: "cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?".Pidamos al señor estar seguros de que Dios nos escucha en todo momento y en toda circunstancia.


Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.

Convento de la Virgen del Camino (León)


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