Claves para la Cuaresma

LA CLAVE DE LA CONVERSIÓN. Necesaria para situarnos en las líneas que marca el Evangelio. No todo es válido y, a veces, podemos caer en un relativismo letal
para nuestra fe.

LA CLAVE DE LA ORACIÓN. El contraste, cara a cara con Dios, es necesario para comprender y entender no lo que nosotros queremos sino aquello que el Señor desea
hacer con nuestro barro. La frialdad del alma es consecuencia
de la ausencia de relación con Dios.

LA CLAVE DEL SILENCIO. Las grandes horas de Cristo (desde Nazaret en su Anunciación y pasando por Belén hasta su vida apostólica, pasión y muerte) vienen marcadas siempre por el silencio: ausencia de ruido con la presencia de Dios.

LA CLAVE DE LA CARIDAD. La vida de un cristiano no es simple solidaridad (a veces condicionada por colores ideológicos). Nuestra entrega, limosna y generosidad vienen definidas por una fuerza mayor: por un compás que viene marcado por la mano de Dios.

LA CLAVE DE LA PENITENCIA. No es una palabra que esté de moda y, en muchos ámbitos lingüísticos, totalmente desconocida. La abundancia no hace feliz a las personas.
Hay bolsillos llenos con corazones desgraciados y, en cambio, vidas alegres
con caminos austeros o sencillos.

LA CLAVE DE LA EUCARISTÍA. En ella conmemoramos el cenit de la vida y cumbre de Jesús de Nazaret. En pocos minutos (aunque a algunas personas se les hagan eternos)
escuchamos la Palabra y hacemos memoria de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
¿Tan poco amamos a Cristo que un encuentro con Él se nos hace largo?

 LA CLAVE DEL COMPROMISO. Jesús, antes de subir al púlpito de la cruz, recorría mil caminos anunciando la Buena Noticia pero, al mismo tiempo, con sus manos y con su manto, con su mirada y con su saliva, con su sabiduría y su pensamiento, curaba, sanaba, levantaba, resucitaba. No nos quedemos sólo en palabras.

LA CLAVE DE LA PALABRA DE DIOS. El mundo es un volcán de palabras pero, las más de las veces, traducidas en promesas incumplidas. Jesús, cuando habla, lo hace para
tu situación concreta. El camino cuaresmal tendrá contenido si en él nos hacemos oyentes de la Palabra de Dios.

LA CLAVE DE LA FE. La cuaresma es confianza en un Cristo que, desde sus primeros balbuceos en Belén o pasos en Nazaret, orientó su existencia hacia Dios. Sin FE no se entiende la cruz, ni el costado abierto para que el mundo se abra también al amor de Dios.

P. Javier Leoz

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